La meta consiste en saber por lo menos unas dos mil palabras, y ser capaces de reconocerlas rápidamente, saber combinarlas en frases instantáneamente, etc.
Obviamente el aprendizaje será progresivo, pero para que tenga una idea, si desea que su curso dure diez meses, cada mes deberá aprender unas doscientas palabras.
Eso equivale a unas cincuenta palabras por semana, ¡o diez palabras nuevas al día!
Parte de esas palabras se las dirá el profesor; parte de ellas usted las buscará en el diccionario. El diccionario es su mejor amigo. Le enseñará acaso más que el mismo profesor.
Tenga un buen diccionario, o utilice la aplicación Traductor de Google en su teléfono o tablet. Cuando esté más familiarizado con el idioma, puede empezar a utilizar definiciones en inglés. Sugiero el diccionario Collins Cobuild, sus definiciones son muy fáciles de entender.
Es normal que, luego de aprender una nueva palabra, se le olvide al poco tiempo. Olvidará cada palabra nueva unas tres o cuatro veces. Recuerde, ¡es normal! De ahí que deba repasarlas constantemente.
Para ahorrarse cientos de búsquedas en el diccionario, puede anotar los significados al margen para poder repasarlos. Otros prefieren buscarlas cuantas veces sea necesario, ¡para “obligarse” a recordarlas a punta de esfuerzo! (¡así aprendió el autor!)
Usted necesitará memoria. Usted deberá aprender muchas palabras, y recordarlas, y ser capaz de reconocerlas y emplearlas rápidamente. Si su memoria es frágil, deberá redoblar su esfuerzo. De lo contrario, probablemente Ud. no verá los resultados que espera.
Así que tómelo en cuenta: se espera que Ud. tenga una memoria “en buen estado físico”, pues la usará bastante.
Si usted no repasa constantemente, por lo menos unas tres horas a la semana (horas adicionales al estudio con los tutores), olvidará más rápido que lo que aprende. Es decir, difícilmente hará progreso alguno.
Peor aún, si usted deja pasar meses sin estudiar, olvidará casi todo lo que ha aprendido, y su estudio habrá sido en vano.
Su actitud debe ser proactiva, no pasiva. No debe venir dispuesto a “que le enseñen” inglés. Nosotros vamos a ayudarle a aprender el idioma. Pero quien va a hacer el esfuerzo, es usted.
Esto es similar a ejercitarse para estar en forma. Si usted deja de ejercitarse, pierde tono muscular, y hasta engorda. No hay término medio: o se pone en forma, o empieza a ponerse “fofo”; o aprende más inglés, o empieza a olvidar lo que ya sabe.
Siguiendo con la metáfora, un entrenador físico le sugerirá qué ejercicios hacer, cómo alimentarse, etc., pero quien debe hacer el ejercicio físico es usted.
El “saber inglés” consiste en reconocer y recordar cientos y miles de palabras. Nadie puede ayudarle a “metérselas” en la memoria; usted debe repasarlas una y otra vez.
De la misma manera, hablábamos de por lo menos veinte horas de práctica oral. La mayor parte de esa práctica será repetición de frases, para que su cerebro se acostumbre a hablar en el nuevo idioma con fluidez.
Creemos que lograr un conocimiento del inglés esencial requiere de alrededor de 80–100 horas de aprendizaje.
Estas horas deben distribuirse: 50% lectura, 25% escuchar audios en inglés, un 20% practicando oralmente, y un 5% escritura.
(Se escribe poco cuando uno es principiante. Más adelante lo hará más.)
Estas 100 horas pueden hacerse en unos tres o cuatro meses, estudiando un mínimo de seis horas a la semana.
Si sólo hace tres horas a la semana, su aprendizaje del inglés esencial le tomará más de seis meses.
La experiencia nos sugiere que es más probable que usted abandone sus estudios, y no consiga su meta, si no estudia con intensidad al principio.
Sentirá ansiedad, inseguridad, frustración en las primeras semanas. No será fácil al principio. Su cerebro se resistirá a aprender algo totalmente nuevo y que no se parece casi nada al lenguaje que ya conoce.
Pero si vence esos desafíos, y cumple esas cien horas en los primeros meses, será recompensado con una creciente facilidad para aprender más y más inglés.
Pero debe pagar el precio en cuanto a horas de estudio individual. Aunque estamos para ayudarlo, nadie puede hacerlo por usted. Es como ir al gimnasio: el entrenador siempre está para guiarlo, animarlo y corregirlo, ¡pero es usted quien debe levantar las pesas!
El profesor debe dividir su tiempo entre varios alumnos, así que la mayor parte de la práctica oral —es decir, la repetición de frases— debe ser hecha individualmente. El profesor luego evaluará su comprensión y su fluidez, y lo animará a avanzar a la siguiente lección o le pedirá que repase para evaluarlo nuevamente.
El aprendizaje de los niños ocurre de manera orgánica, es decir, por asimilación, sin entender conscientemente las estructuras formales del lenguaje (gramática). Las construcciones de frases y el orden de colocación de palabras, sonidos, etc., se les va “pegando” poco a poco.
Así, ciertas estructuras les “suenan bien” mientras que otras “suenan mal”, y con la corrección de los padres van aprendiendo.
La mente humana es tan asombrosa, que pronto el niño es capaz de entender y formular frases que jamás ha oído antes, combinando por su propia cuenta las palabras que ya conoce.
En las primeras fases de aprendizaje de un idioma, el niño atraviesa una fase silenciosa, en la que escucha y asimila progresivamente las palabras. Pronto los padres se dan cuenta que, pese a que el niño no habla aún, sí entiende cuando le hablan, y puede obedecer órdenes de cierta complejidad; por ejemplo, «tráeme el teléfono que está sobre la mesa», etc.
Gracias a la abundancia de estímulos auditivos (escuchar la lengua nativa muchas horas al día), el niño pronto empieza a repetir esos sonidos y a tratar de expresarse. Los padres piden al niño repetir constantemente nuevas palabras y frases, y lo corrigen y no se dan por satisfechos hasta que el niño pronuncia bien.
Además, los padres siempre están dándole estímulos desafiantes a los niños: no sólo los hacen repetir, sino que también les hacen preguntas, les piden que les cuenten sobre qué hicieron en el jardín de infantes, etc.. El habla se convierte en algo instantáneo; el niño no se “queda pensando” varios segundos antes de responder.
Los niños primero aprenden a entender el idioma natal cuando lo escuchan; meses después, aprenden a hablarlo; años después, probablemente ya en la escuela aprenden a leer y escribirlo, y unos cuantos años después, recién aprenden la gramática.
Lamentablemente a veces hacemos al revés cuando queremos aprender un idioma nuevo: machacamos la gramática de entrada, cuando aún no nos hemos familiarizado con el idioma; no es de asombrarse que sea muy difícil y árido aprender así.
Existe la creencia común que para aprender inglés es mejor hacerlo en un sistema de “inmersión total”, es decir, donde sólo le hablen inglés.
Si bien es cierto que un sistema de “o aprendes a nadar, o te ahogas” puede resultar útil para muchos estudiantes, la experiencia nos indica que la mayoría “se ahoga”: un sistema así será frustrante. Será más probable que desistan de sus estudios, que aprendan inglés de esa manera.
Piénselo: imagine que Ud. toma una clase de idioma chino, donde sólo le hablan en chino. Tal vez aprenda unos cuantos conceptos simples, pero si no nota Ud. avances pronto, la frustración crecerá y crecerá, hasta que probablemente desista de su propósito y abandone el curso.
Por lo tanto emplearemos español durante las primeras lecciones , y niveles, y cada vez menos, hasta que Ud. logre aprobar el 3er examen de Cambridge, donde el nivel A1 obtenido nos asegura que Ud. podrá continuar su aprendizaje en inglés, con un uso cada vez más esporádico del español.
Pero no se preocupe: el tutor evaluará su aprendizaje según Ud. pueda comprender y hablar el inglés. Es decir: Ud. va a hablar inglés. Debe demostrar que domina los contenidos de cada unidad, antes de continuar a al siguiente; y eso se demuestra a través de la comprensión auditiva, y la capacidad de expresarse oralmente.
Confíe en nosotros, que hemos empleado este método eficazmente con cientos de alumnos durante varios años, con resultados satisfactorios.